UN GENERAL CONTRA FRANCO – EL IMPACTO DIGITAL (2023)

UN GENERAL CONTRA FRANCO – EL IMPACTO DIGITAL (1)

Se suele decir que el ascenso al poder de Franco fue un proceso natural: el general más joven de Europa, dotes de liderazgo natos, etc. Lo que pocos desconocen, en parte, por el trabajo por parte del régimen franquista, es que hubo un general en el bando sublevado que tuvo más poder que Franco y que se opuso fuertemente a que este se convirtiera en el Generalísimo y que, además, ya aviso de las consecuencias de darle el poder al joven y ambicioso general. Ese fue el general Miguel Cabanellas. Hoy vamos a ver y analizar esta figura que pudo haber cambiado el devenir de la Guerra civil española.

Una carrera militar meteórica

Con un padre como el capitán de Infantería de Marina Virgilio Cabanellas, era claro que el futuro del joven Miguel pasaba por el mundo militar. Cabanellas destacaría rápidamente entre las tropas ocupando diferentes puestos dentro del escalafón militar hasta conseguir el título de capitán en octubre de 1897 tras regresar de Cuba en una muy buena intervención durante su estada entre 1895 y 1896 en la Guerra Necesaria (1895-1898) de la que regresó debido a una enfermedad que cogió allí.

Entre 1897 y 1909, Cabanellas se fue trasladando a diferentes puntos del territorio peninsular hasta que fue destinado a Melilla. Su estancia en tierras marroquíes le sirvió para alcanzar una gran reputación, como los demás militares destinados en África, los llamados africanistas. Su estancia coincide con el periodo de enfrentamientos entre el ejercito español y las tribus autóctonas del Rif como la Guerra de Melilla (julio-diciembre 1909) o el Desastre del Barranco del Lobo, en el que, a pesar de la derrota ante a los rifeños, su buena actuación le valió el ascenso a comandante. Entre 1913 y 1918, Miguel Cabanellas fue alcanzando altas graduaciones hasta convertirse en el militar más influyente de todos en el territorio colonial. La curiosidad de la etapa de Cabanellas en territorio marroquí es que tuvo a sus órdenes a un joven militar de El Ferrol que ya mostraba una ambición grande y del que ya desconfiaba. Ese militar era Francisco Franco Bahamonde, con el que años después se volvería a encontrar. En diciembre de 1919, fue ascendido a general de brigada y fue destinado a Madrid, aunque regresó al Rif el 26 de julio de 1921 para vivir, en primera persona, el Desastre de Annual, una operación militar que Cabanellas criticó duramente.

Militar crítico con una Dictadura militar

Durante los años que estuvo en Marruecos, Miguel Cabanellas mostró ciertas dotes de activista tanto para el mundo militar como para el mundo civil con un fuerte compromiso en la mejora del Ejercito y de la sociedad. Entre 1917 y 1922, los militares destinados en la península se unieron para crear las Juntas de Defensa, una especie de “sindicatos-cooperativas” de los soldados con el objetivo de mejorar la situación de los militares. El gran caballo de batalla de este “sindicato” fue la lucha para criticar y acabar con la situación ventajosa de los africanistas. En aquel momento, en el Ejercito se ascendía más rápido en el escalafón y se cobraba un mayor sueldo a través de los méritos que al soldado se le reconocían. Para un soldado destinado en un cuartel de un pueblo o ciudad de la península era más difícil ascender que para un africanista ya que este, por el solo hecho de estar en constante enfrentamiento con los rifeños, conseguir fácilmente un ascenso con su correspondiente augmento salarial porque se le reconocían “méritos de guerra”. Cabanellas, destinado durante aquellos años en Marruecos, siempre estuvo en contra de las Juntas de Defensa y defendió el sistema de ascenso por méritos. Este sistema se mantuvo.

Tras un año de estar destinado en Alcalá de Henares, en 1923, se llevó a cabo el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera y la instauración de la Dictadura. Miquel Cabanellas se opuso a acatar las ordenes para apoyar el golpe por no considerarlo la mejor solución para el país, pero esta oposición, en un principio, no le supuso ningún problema ya que fue ascendido a general de División en mayo de 1924 y, dos meses después, fue nombrado gobernador militar de Menorca. En este puesto llevó a cabo su activismo denunciando las corruptelas del régimen y se inició en la masonería, un movimiento considerado libertario, y apoyó movimientos republicanos y algunas conspiraciones militares. Una de esas conspiraciones, la Cuestión artillera, le valió el cese de su cargo y su relevo a la reserva.

Compromiso republicano

Con la llegada de la II República, Cabanellas fue restituido de sus cargos militares y fue nombrado Capitán General de Andalucía para sofocar el ataque a conventos e iglesias. Aunque su fidelidad a la República era incuestionable, hay que destacar que, en la noche del 14 de abril, el general se acercó al Palacio Real para tranquilizar al rey y asegurarle que tanto él como su familia no corrían peligro y que les aseguraba el poder salir del país de manera segura.

Con el nuevo régimen caminando, Cabanellas iría ocupando diferentes cargos como el de general jefe superior de las Fuerzas Militares de Marruecos o el de director general de la Guardia Civil. Este último puesto lo ocuparía de manera intermitente durante todo el periodo republicano hasta 1936. Su primera etapa duraría sólo seis meses por no acatar la orden de desarmar a la Guardia Civil de Sevilla tras la sanjurjada y no volvería a recuperar este puesto hasta 1935, tras haber sido diputado por el Partido Radical de Lerroux.

El 11 de enero de 1936, Cabanellas es nombrado Capitán General de Aragón y, tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero, el general empieza a creer en la necesidad de apoyar un golpe militar, pero reclama que el golpe sea en nombre de la República y para convocar unas elecciones constituyentes tras restablecer el orden constitucional. Esto se lo dejó muy claro al general Mola en la entrevista que tuvieron el 7 de junio de 1936 cerca de Tudela donde Miguel Mola le presentó el plan y donde le pidió su apoyo al golpe militar.

El día 16 de julio, Cabanellas se entrevista con el presidente Azaña para mostrar su lealtad al gobierno, cosa que no era cierta. Finalmente, el día 18, con el Golpe militar iniciado, Miguel Cabanellas recibe una llamada de Diego Martínez Barrios, presidente del Consejo de Ministros y del Congreso de los Diputados, donde el político intenta pactar el alto al fuego con el militar prometiéndole la creación de un gobierno de concentración y emergencia nacional con políticos y militares que Cabanellas no acepta. Ese 18 de julio de 1939, es detenido el alcalde de Zaragoza, los puestos oficiales son ocupados por los militares y guardias civiles y se implanta la ley marcial. Todo por orden de Cabanellas.

Y llegamos al día 20 de julio. Ese día, el general José Sanjurjo, uno de los cabecillas del Golpe de Estado, muere en un accidente de aviación en Estoril. La avioneta que le iba a llevar a Burgos para asumir el mando del Ejército se estrella nada más despegar. Por otro lado, el general Manuel Goded, otro de los cabecillas, es detenido por las milicias de izquierdas en Barcelona tras haber llegado en hidroavión desde las Islas Baleares y habiendo asumido el puesto de Capitán General de Cataluña.

Goded fue encerrado en el barco-prisión Uruguay y fue fusilado el 12 de agosto. Ese mismo día 12, el general Joaquín Fanjul, otro de los conspiradores principales, seria juzgado y condenado a muerte tras rendirse a las fuerzas republicanas por sublevarse y ocupar el Cartel de la Montaña en Madrid. En su caso, Fanjul seria fusilado el día 14. Tras este panorama, Mola viajó a Zaragoza y, junto a Cabanellas, acordaron la creación de la Junta de Defensa Nacional. Este sería un gobierno de facto, apoyado por el Ejercito, que se presentaría como el gobierno legítimo ante las potencias extrajeras.

Por ser el militar con más rango y más veterano, Miguel Cabanellas iba a ser quien presidiría ese gobierno que se acabaría instaurando en Burgos el 23 de julio de ese año 1936, en pleno territorio sublevado.

Durante los 68 días que duró la Junta, Cabanellas y los demás generales se dedican a establecer las bases burocráticas del futuro Estado firmando diferentes decretos, ya que el aparato burocrático oficial seguía en el bando republicano. Uno de los decretos que menos le gustó firmar a Cabanellas fue la de reestablecer la bandera roja y gualda como enseña nacional. A finales de ese verano, Nicolás Franco, hermano de Francisco Franco, se entrevista con el dictador italiano Benito Mussolini que, según parece, reclamó la necesidad de que el bando sublevado pasa a ser fascista y, el primer paso fue reclamar un líder con plenos poderes para que las fuerzas fascistas y nazis apoyaran su causa.

Tras bambalinas, se reúnen miembros de la Junta con Nicolás y Francisco Franco para presentar la propuesta de escoger a alguien que asuma todos los poderes. Esa misma tarde, el general Kindelán presenta la idea y propone al joven general Francisco Franco como líder. Una semana después, se vuelven a reunir los generales para aprobar el decreto que nombrara a Franco jefe de todas las fuerzas del Ejercito bajo el nombre de Generalísimo. Todos los miembros de la reunión firmaron excepto Miguel Cabanellas.

El general se negaba a darle todos los poderes a ese militar al que conocía muy bien de haberlo tenido bajo sus órdenes en Marruecos y el prefería un triunvirato. Tras muchas horas y conversación, el general firmaría, muy a su pesar, el decreto 138 que nombraba a Franco jefe de Gobierno. Según se cuenta, Cabanellas diría en la reunión: Ustedes no saben lo que han hecho, no le conocen como yo que lo tuve a mis órdenes. Si le dan ahora España, va a creerse que es suya y no dejará que nadie le sustituya ni en la Guerra ni tras ella, hasta su muerte. Vemos que lo conocía bien. Cabanellas sería trasladado al puesto de inspector general del Ejército tras el nombramiento de Franco hasta el 1 de enero de 1938 que pasaría a la reserva. El 14 de mayo de ese mismo año moriría en Málaga y Franco intentaría borrar de la historia a Cabanellas haciendo desaparecer toda su documentación de Burgos. A su entierro asistió el general Quiepo de Llano en representación del gobierno franquista.

Miguel Cabanellas es el último de esos militares que seguía una tradición de un siglo en la que se creía que el Ejercito era un factor transformador y necesario en la política española en los momentos de crisis. Tras el ascenso de Franco como Caudillo, esa visión desapareció.

Carlos Llanas

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Author: Tuan Roob DDS

Last Updated: 06/28/2023

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